Las cifras económicas contradictorias y la “Trumpflación” señalan el retorno de la volatilidad

Por DNCA Finanzas

El BCE no ahorra nervios a los mercados en un momento en el que la volatilidad parece estar resurgiendo.

Como se esperaba, no hubo cambios en los tipos de interés en julio.

Pero algunas dudas surgidas justo después del último discurso de Christine Lagarde sugieren que la institución no se siente del todo cómoda con un nuevo recorte este año. Los mercados revisaron ligeramente sus expectativas en septiembre, y ahora anticipan un 83% de probabilidad de actuación del BCE.

En general, la inflación se ralentizó en junio, pero sigue siendo fuerte en los servicios.

¿La razón? El pleno empleo en Europa: sólo un 6,4% de paro (el más bajo desde la creación de la moneda única), acompañado de un aumento de la tasa de participación.

El repunte de los salarios reales sigue intacto (el crecimiento de los salarios negociados fue del +4,7% en el primer trimestre). Es una buena noticia para el consumo interno. Pero también está alimentando la inflación en el sector servicios (+4,1% en junio), donde la masa salarial desempeña un papel dominante. Están apareciendo algunos signos de desaceleración aquí y allá. Las ofertas de empleo empiezan a ralentizarse. Las empresas se benefician de un entorno menos tenso a la hora de contratar. Algunas de ellas empiezan a absorber la inflación salarial en sus márgenes, en lugar de repercutirla en la economía: esto es un alivio para Christine Lagarde, pero la tendencia debe confirmarse. Por tanto, el BCE afronta el segundo semestre del año con la máxima cautela. Vigila de cerca los datos y está atento a las acciones de la Fed, a la que Trump está advirtiendo de que no recorte los tipos demasiado rápido en septiembre, ya que sin duda teme que esto dé ventaja a su rival.

Habiendo escapado milagrosamente de la muerte, el “renacido Trump”, ahora envuelto en la mística de un mártir, está galvanizando a su base electoral. Tocado por la gracia de un nuevo “destino manifiesto”, el partido Republicano parece profesar su fe en la doctrina del “conservadurismo nacional” del ticket presidencial, liderado por un ex presidente que goza de la popularidad de un señor de la guerra y del vengativo senador Vance. Para el Partido Demócrata, enfebrecido y debilitado por el cuestionamiento de su liderazgo, el riesgo de perder la Casa Blanca y ambas cámaras es real: lo peor de la crisis probablemente esté aún por llegar.

Mientras tanto, los nerviosos mercados se enfrentan a datos contradictorios. El empleo se deteriora en EEUU (¿quizás las últimas cifras se vieron afectadas por el huracán?), bajo la escrupulosa mirada de la FED. Pero la construcción de viviendas, la producción industrial, la utilización de la capacidad, las ventas al por menor y la encuesta de perspectivas empresariales de la FED de Filadelfia parecieron sorprender a las expectativas esta semana. No obstante, desde finales del segundo semestre, la tendencia de las sorpresas económicas se ha mantenido firmemente a la baja. Los inversores siguen creyendo que el escenario de aterrizaje suave se hará realidad (2 de cada 3) según las encuestas del Bank of America, y están convencidos al 100% de que permitirá a la FED recortar los tipos en septiembre. Pero la tensión se está haciendo palpable.

La única certeza real es que Estados Unidos parece estar en permanente pie de guerra comercial con sus adversarios. Biden, que no ha deshecho ninguna de las medidas proteccionistas de Trump, vuelve a la ofensiva atacando a los grupos de semiconductores recalcitrantes. Cuidado con los que siguen intercambiando su tecnología o esconden enormes armas de microingeniería en China… El campeón europeo ASML perdió nada menos que un 14% en dos días, a pesar de las ventas récord de TSMC, uno de sus principales clientes. Otros gigantes del sector, como Nvidia, también están bajo presión, con variaciones diarias que se acercan fácilmente a los 100.000 millones de dólares en capitalización perdida o ganada, a medida que se acercan a la fatídica fecha de su publicación trimestral. Con unas expectativas de crecimiento y unas valoraciones feroces, las decepciones pueden castigarse sin piedad en el entorno actual.

Si es elegido, Trump probablemente intentará asestar a China el golpe definitivo. Su batería de nuevas barreras aduaneras podría costar al Reino Medio 2 puntos porcentuales de crecimiento, según un estudio económico de UBS. Tras las decepcionantes cifras de crecimiento, lastradas por el consumo interno, las actas del pleno seguían filtrándose con un goteo monótono. El partido no se pronunció a favor de un estímulo importante y parece haber eludido la cuestión de la crisis inmobiliaria. El ejercicio político parece vacío. La reunión del Politburó a finales de mes será el centro de las esperanzas incumplidas. Mientras tanto, las materias primas industriales se resienten.

Entre la desaceleración económica y la “trumpflación”, la curva de rendimientos estadounidense oscila de un lado a otro… A veces en el sentido de la desaceleración, a veces en el sentido contrario, acosando a los índices bursátiles y contradiciendo los violentos movimientos de rotación entre los distintos factores, o del Nasdaq 100 al Russell 2000.

El S&P500 volvió a la volatilidad, terminando dos sesiones seguidas a la baja en más de un 1%. Su indicador de volatilidad implícita, el VIX, subió a 16, su nivel más alto desde abril, pero muy por debajo de los niveles observados el pasado octubre. La demanda de crédito por parte de los inversores sigue siendo excesivamente superior a la oferta, lo que de momento comprime los diferenciales de los depósitos de alto rendimiento, cuya ampliación suele ser un mal presagio para los mercados de renta variable. Todavía no es tiempo de tormenta, pero parece que la aprensión se va instalando poco a poco. “Si no llueve hoy, lloverá mañana” reza el adagio irlandés… ¿Cambiarán de mentalidad los inversores y afrontarán las incertidumbres con más cautela este verano?

Texto completado el 19 de julio de 2024 por Thomas Planell, Director de Análisis.

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