Las acciones de crecimiento son acciones de empresas con un potencial de crecimiento superior a la media. Estas empresas se caracterizan generalmente por un rápido crecimiento de los ingresos, los beneficios o la cuota de mercado. Los inversores que compran acciones de crecimiento apuestan por una apreciación significativa del precio de las acciones a largo plazo, impulsada por esta fuerte dinámica de crecimiento, aunque estas empresas rara vez pagan dividendos, pues prefieren reinvertir sus beneficios para apoyar su desarrollo.
A diferencia de las acciones de valor, que se perciben infravaloradas en relación con sus fundamentos, las acciones de crecimiento a menudo cotizan a múltiplos de valoración elevados, como ratios precio/beneficios (PER) superiores a la media. Esta prima se justifica por las expectativas de crecimiento futuro de los beneficios o las ventas. Los sectores tecnológico y sanitario suelen tener muchos valores de crecimiento, donde la innovación y la disrupción permiten a algunas empresas crecer a un ritmo acelerado.
Las empresas en crecimiento suelen ser líderes en mercados en rápida expansión o en nuevos sectores emergentes, como la tecnología avanzada, la biotecnología o los servicios en línea. Empresas como Amazon, Tesla y Google son ejemplos emblemáticos de “valores de crecimiento”, ya que han experimentado un crecimiento deslumbrante y subidas espectaculares del precio de sus acciones en las últimas décadas.
Sin embargo, las acciones de crecimiento también conllevan riesgos. Debido a sus elevadas valoraciones, suelen ser más sensibles a las fluctuaciones del mercado y a los periodos de incertidumbre económica. Una ralentización del crecimiento, unos tipos de interés más altos o la decepción de las expectativas de los inversores pueden provocar importantes correcciones en el precio de estos valores.
A pesar de estos riesgos, las acciones de crecimiento siguen atrayendo a los inversores que están dispuestos a aceptar una mayor volatilidad a cambio del potencial de mayores rendimientos a largo plazo. Esta estrategia se basa en la idea de que el crecimiento de los ingresos y beneficios de una empresa dará lugar a un aumento del valor de las acciones, ofreciendo ganancias sustanciales a quienes sean capaces de mantenerse a largo plazo.
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